Alojamiento: Oferta, demanda y actividades irregulares

Para quien haya seguido mínimamente los medios de comunicación, no constituye ninguna novedad el que refleje una opinión de preocupación sobre la marcha y evolución de esta importante actividad del Sector Hostelero. Los medios de comunicación han recogido testimonios contradictorios entre instituciones y empresas (incluso entre algunos representantes del sector); y este cruce de mensajes mediático en nada contribuye a profundizar en la situación real de estas empresas, ni ayuda a establecer medidas que palien algunas de las anómalas circunstancias que existen.

Comienzo por señalar que el responsable final de la proliferación de alojamientos reglados es la propia empresa que ha tomado la iniciativa de venir o crecer en nuestro entorno; en consecuencia tiene cierta coherencia el que los ayuntamientos (u otras instituciones) intenten desligar su responsabilidad del incremento de la oferta. En parte es así, pero no completamente. Y no es totalmente cierto porque ciertos mensajes (institucionales) pueden animar a algunas empresas a introducirse en nuestro mercado aunque, evidentemente, la responsabilidad final será siempre suya; pero para eximir al entorno institucional de su responsabilidad será necesario que no se ofrezcan atractivos económicos o de implantación a quienes lleguen a nuestro propio mercado, porque bastantes ventajas tienen sin recibir ayudas externas:

a)      Muchas de nuestras empresas de alojamiento, en particular algunas de las más relevantes, son antiguas y el coste del concepto salarial de antigüedad tiene un valor muy significativo en sus balances. Es evidente que quien llegue ahora carecerá de ese coste, ventaja importante que el entorno institucional no debe desconocer.

b)     Una empresa de alojamiento que se implante ahora puede externalizar gran parte de sus servicios con el consiguiente ahorro de costes. Sin embargo, intentar hacerlo por parte de las empresas existentes constituye una proeza vinculada a sangre, sudor y lágrimas, como es sobradamente conocido y acreditado.

c)      Una empresa que llegue ahora ajustará al máximo la plantilla laboral, y también reduce sensiblemente los costes de indemnización en el caso de la finalización de las relaciones laborales, algo que no pueden hacer las empresas con décadas de existencia en el Sector, con el añadido de que, en su seno, tienen a lo más granado de la representación sindical.

Complementariamente, para entender el problema, resulta necesario analizar algunos datos fundamentales:

a)      La ocupación media de plazas en nuestro Territorio no alcanza el 50%.

b)     La estancia media en alojamiento oscila entre el 1,8 y el 1,9.

Estos dos datos no son los peores del estado, pero el sector de alojamiento en Bizkaia tiene un factor añadido que, unido a lo anterior, le sitúa en una posición delicada: que sus costes laborales son de un 24% a un 28% superiores a los del Estado. Y a ello hay que añadir unas actuaciones sindicales que pueden perfectamente presumir de haber fraccionado empresas o haber destruido titularidades a través de presiones inaceptables, incluso en épocas de déficit (empresarial) en rendimientos; pero al tema laboral dedicaré una entrada específica.

 Ciertamente, en la medida en que fueran válidos los ratios de ocupación que presenta el INE a nivel nacional, nuestro territorio está en la franja superior (7º). A modo de ejemplo, este sería un resumen del grado de ocupación por plazas.

Fuente: INE- ratios ocupación

Estos datos reflejan la posición de nuestro Territorio, aunque cabría reflexionar sobre la veracidad de los mismos pues existen diferencias incomprensibles. Pero a este ratio cabría añadir otro, y es ahí donde se evidencia un factor negativo para las empresas de nuestro sector: si dividimos el número de plazas de la oferta entre el total de empleados veremos un ratio desfavorable para los establecimientos de Bizkaia. A modo de ejemplo (2013/INE):

Fuente: INE- Ratio personal asalariado por plaza ofrecida

Es decir, nuestro ratio de personal asalariado por plaza ofrecida, es sensiblemente mayor al que presentan otras comunidades; en consecuencia la productividad directa de nuestros asalariados es inferior y, por ello, presenta un coste añadido, al que se debe añadir el que proviene de los costes laborales antes referenciados.

Por supuesto que entendemos la ilusión de las instituciones en que el mercado de la oferta se asiente y crezca; comprendemos y agradecemos el extraordinario esfuerzo por incrementar la llegada de visitantes y el nivel de actividad. Pero estos hechos no pueden hacernos olvidar lo que antecede y la crisis que tienen las empresas; y aunque las soluciones no son fáciles, si todas las partes fuéramos capaces de configurar una imagen real de la situación, probablemente –entre todos– consigamos encontrar un equilibrio a la espera de épocas mejores: la lucha contra el ejercicio de la actividad irregular, la opción de alguna recalificación inmobiliaria específica – máxime si hay nuevas incorporaciones al mercado de alojamiento-, la toma de conciencia de que el crecimiento de la oferta no debe ser provocado sino natural … son cuestiones que ayudarían a una mejor relación entre las partes y a establecer las respectivas responsabilidades, y probables medidas paliativas.

Ángel T. Gago
Secretario General Ejecutivo