RELACIONES LABORALES Y SINDICALES

Abordo en esta entrada uno de los temas más conflictivos para nuestro Sector, aunque lo cierto es que, en el marco del mismo, se producen conductas similares o idénticas a las que suceden en otros sectores o tipos de actividades. Las empresas se ven obligadas a funcionar en un entorno complejo, a veces hostil, y en un marco legal en el que prácticamente esté todo por hacer (aunque aparentemente se haya hecho una reforma laboral). Veamos alguno de los factores que son objeto de comentario con mayor frecuencia:

a)      COSTES LABORALES.- Desde un punto de vista exquisitamente objetivo, podría ser objeto de reflexión compartida el hecho de que los salarios no son especialmente altos si se analizan de forma independiente a otros conceptos; el problema nace cuando ese análisis se extiende a los costes laborales, entre los que hay que incluir:

  • –  Salarios y pagas extras.
  • –  Antigüedad.
  • –  Manutención.
  • –  Seguridad Social.
  • –  Seguro de Vida y Accidentes.
  • –  Otros deslizamientos.

 Y, a partir de aquí, también habría que añadir el coste del absentismo, de las horas sindicales de libre disposición, de los liberados, y un amplio etc.. Es al sumar todo esto cuando la empresa tiene motivos para quejarse y cuando se percibe cómo la Administración se inhibe plenamente ante el problema o estableciendo reformas laborales de bajo nivel, o medidas para la creación de empleo inoperantes en la mayoría de los casos, y criticables siempre.

b)     BAJAS LABORALES.- Recientemente, un medio de comunicación publicaba la incidencia media mensual de las bajas laborales: a nuestro Territorio le cabe el dudoso honor de estar a la cabeza del ranking (por debajo de Cataluña y Navarra). O somos una sociedad enferma o tenemos ciudadanos proclives a ese estado…, pues la alternativa sería pensar que estamos ante unas actuaciones descontroladas o desleales de asalariados. Y el problema existe, persiste y crece sin que institucionalmente se tomen medidas para intentar controlarlo; y sólo se ha hecho un amago de que las Mutuas puedan intervenir para que las fuerzas vivas de nuestro País -sindicatos- pongan el grito en el cielo: ¡Hasta ahí podíamos llegar!. ¡Hacer un seguimiento de las bajas de los asalariados!. Y la empresa a pagar a escote, al igual que los trabajadores (¿compañeros?) de quienes con tanta generosidad y protección disfrutan de las bajas.

c)      MODELO DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA.- Analizar este apartado daría para un libro, por lo que sólo diré que aquí, y ahora, priman los presuntos derechos de ciertos representantes sindicales sobre el bien del conjunto de los trabajadores y la supervivencia de la empresa. La negociación es más que compleja, y existe alguna Central Sindical cuyo alcance de miras es más que cuestionable: en un sector tan atomizado como el nuestro, que llegue un momento en el que quede fuera de aplicación un convenio sectorial, es abrir la puerta a situaciones irregulares, retribuciones anómalas, competencia desleal, perjuicio general para los asalariados y presiones inasumibles para empresas medias. Para quien (desde la empresa) entienda que esta es una opción deseada, que dirija una vista al pasado e intente localizar dónde han quedado las empresas más influyentes de hace décadas, en particular aquellas que tuvieron el honor de ser centro de atención de unos sindicatos que, antes y ahora, primero las acorralan y, cuando están en quiebra, pretenden convertirlas en empresas públicas para seguir nutriéndose con el dinero de todos que no es de nadie. Y cuando se quiera, empezamos a poner nombres encima de la mesa (y algunos nos tocan de cerca). Eso sí, en la quiebra el discurso (sindical) siempre será que su hundimiento es causa de gestores incompetentes o avaros accionistas.

Fuente: hotellimamarbella.com

Fuente: hotellimamarbella.com

d)     PRIVILEGIOS SINDICALES.- Y todo este entorno se desarrolla con un conjunto de condicionantes sobre los que no puedo ocultar mi asombro: Las empresas se unen (asociaciones), y sus representantes, responsablemente, tienen que negociar un Convenio; y las asociaciones se sostienen con los fondos de sus afiliados. Frente a esto, los sindicatos reclaman horas sindicales y, cuando el tamaño de la empresa es adecuado, liberados sindicales…. Todo ello a cargo de la empresa, y con derecho de pernada para los elegidos.

Permítaseme un ejemplo: te puedes encontrar con un delegado sindical “que dice dedicar decenas o cientos de horas a la negociación”, cuando resulta que a lo largo del año solo se han producido 2 ó 3 reuniones de hora y media de duración. Y la empresa (jurídicamente) indefensa ante este atropello (y que no se la ocurra una acción judicial).

Y qué decir de los liberados…, ¿liberados de qué y por qué?. Las centrales sindicales pueden tener perfectamente contratados a asesores, financiados con las cuotas de los asalariados que representan, como los tienen las asociaciones sectoriales.

Pero por si todo esto fuera poco, vienen los fondos públicos en su ayuda: decenas de millones de euros en nuestra comunidad, van a parar a sus bolsillos ¿en compensación a qué?. Nosotros intervenimos en la negociación colectiva (aproximadamente representaremos el 6% del empleo), y nadie nos ha incentivado por esta función. Recientemente, un medio de comunicación señalaba: “ELA reclama que la Patronal y los sindicatos, dejen de gestionar cursos de formación”. Totalmente de acuerdo, pero su posición será coherente y digna de respeto cuando al mismo tiempo diga que desaparezcan las cuotas que empresas y trabajadores satisfacen por ese concepto…; cuando al mismo tiempo diga que desaparezcan las subvenciones que reciben directamente o a través de sus fundaciones…; que desaparezcan los liberados y las horas sindicales, que para representar a los trabajadores no son necesarios como así lo acredita el hecho de que las organizaciones sectoriales funcionemos sin este tipo de privilegios. Sinceramente, cuando leí el titular y el artículo, sentí la impotencia de no poder expresar todo lo que siento por estos comportamientos demagógicos y sesgados. Y, por supuesto, estoy a favor de que desaparezcan todas las subvenciones… para todos (y todas).

Ángel T. Gago

Secretario General Ejecutivo