En tres palabras: Prácticamente im-posible

Pretender resolver problemas de convivencia ciudadana, o anómalas conductas cívicas a través de ordenanzas, es una aspiración antigua, reiterada pero muy compleja si no se aplican medidas eficaces: el entorno institucional, dando voz a entidades como la nuestra, está intentando desarrollar un conjunto de medidas que, sinceramente, será muy difícil que finalicen con resultados satisfactorios aunque, por supuesto, apoyamos la plena legitimidad para intentarlo. Y si pongo en duda esos resultados finales, es con argumentos como los que a continuación señalo, alguno de ellos expuestos de forma reiterada en ocasiones anteriores:

 

  1. POLITIZAR NO ES EL CAMINO.- Es decepcionante el que ante un problema que se ha ido creando a lo largo de más de 30 años, se esté utilizando (con manipulación y demagogia), algo que debería resolverse con profesionalidad y legislación judicial: la polémica suscitada en el Casco viejo puede haber tenido una parte de su origen en conductas anómalas y sancionables de algún establecimiento y, a quien así haya obrado, se le aplica la legislación vigente y en paz: nada de admitir que se sancione por el tipo de clientela, y si hay comportamientos ilícitos en el establecimiento, aplíquese la ley. Ahora bien, los comportamientos incívicos, provocadores, de agresión, de una carencia absoluta de urbanidad y respeto a las comunidades de vecinos por parte de algunos ciudadanos, deben encontrar justa respuesta en actuaciones policiales y judiciales, y no imputarlos a los establecimientos, y mucho menos de forma generalizada; y esto, que es tan simple, dudo que sea mínimamente defendido (incluso aceptado) por quienes más presión ejercen sobre ese entorno institucional, que generalmente son algunos grupos políticos y colectivos sociales o vecinos, incluso afines a los mismos.

 

  1. AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR.- Es descorazonador que se dé cobertura a peticiones de ciudadanos, incluso representantes políticos o sociales, quienes por motivos varios y no siempre confesables/justificados, pretenden desconocer que estamos en el 2015, en un mercado abierto, donde las medidas que se adopten deben estar amparadas por un marco legal: pensar que se puede impedir la entrada de franquicias…, o pensar que se puede promulgar o imponer legislativamente el que en una calle o calles determinadas se instale un comercio específico, es prácticamente una utopía: el comerciante (empresario), buscará acomodo en la zona geográfica que convenga a sus intereses; es posible que la concesión de ciertas ayudas pueda incentivar alguna iniciativa pero, agotada la subvención, queda un vacío que llega hasta el infinito.

 

  1. OCIO Y HOSTELERÍA, O VICEVERSA.- Existe una legislación supramunicipal que legisla, incluso excesivamente, toda la dependencia institucional de las pymes y microempresas hosteleras. A la institución más cercana, los Ayuntamientos, corresponde (o así debería ser) legislar sobre la concesión de licencias para implantación de una actividad, y para ello debería ser tenida en cuenta la legislación vigente, la saturación de la oferta, incluso el modelo de ocio que se persigue. Y teniendo en cuenta ésto, y la correcta aplicación de la legislación a los establecimientos existentes, no cabría hacer caso a quienes, en ocasiones, hasta de forma inapropiada, presionan por intereses no siempre comprensibles, o lo que es peor, comprensibles pero no aceptables. Debátase sobre el modelo de ocio y, a partir de ahí, reflexiónese respecto a qué medidas hay que tomar para conseguir el objetivo que se pretende.

 

  1. EL MODELO DE CIUDAD.- Ignorar lo que realmente somos no nos ayudará a tomar decisiones correctas: ciertamente tenemos en nuestro Territorio una sociedad desarrollada, bastante profesionalizada y formada; y obtenemos especial nota si aplicamos criterios comparativos con otras zonas. Por supuesto que sí.

 

Pero tenemos la población que tenemos, y para esa población tenemos una oferta que en muchos sectores puede estar sobredimensionada. Miremos a nuestro alrededor y veamos el importante número de traspasos, alquileres, ventas de inmuebles que existen, y detrás de cada rótulo existe uno o varios fracasos que deberían hacernos reflexionar.

 

Diseñar el futuro pasa por ser consciente de la realidad y consensuar el modelo de Ocio, Comercio y Hostelería al que aspiramos dentro de 10 o 15 años; pero, para planificarlo, deberíamos ser conscientes del punto de partida. Y en el caso concreto de la Hostelería, debemos ser conscientes de que con los comportamientos incívicos de una pequeña parte de la sociedad, estamos condenados a la (en ocasiones) injusta mala imagen sectorial; y como ya he indicado, hay colectivos que van a poner todo tipo de trabas para no reconocer que el modelo de diversión que en ocasiones existe se nos ha ido de las manos: las conductas incívicas son el pan de cada día, y si tenemos una ciudad limpia es porque se gasta mucho dinero en ello, no porque como ciudadanos seamos cívicos. Y para quien dude de ello, que se dé una vuelta por el botellón o incluso por cualquiera de las fiestas populares.

 

Y aún así, ¿cabe tener fe y esperanza para pensar y aceptar que esto se regula por ordenanzas?.

 

Ángel Gago

Secretario General Ejecutivo

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